Resumen:
La concepción tradicional de la escuela la señala como un espacio diseñado para transferir el conocimiento de generación en generación, desarrollar habilidades y destrezas en los estudiantes, pero todo esto en muchos lugares se hace todavía de una manera mecánica. Si hacemos un pequeño recorrido por nuestro alrededor es fácil comprobar la existencia de una serie de aparatos electrónicos: teléfonos móviles, computadoras, televisores, etc. Lo que nos pone en un escenario social y educativo muy distinto al de hace algunos años atrás; como consecuencia, todas las organizaciones necesitan incorporar en su funcionamiento adelantos científicos y tecnológicos que permitan optimizar su funcionamiento. Para ello es necesario recordar que el maestro se constituye en sujeto fundamental de transformación. Como consecuencia necesita internalizar conocimientos que le permitan estar a la altura de los nuevos tiempos. Siguiendo a Latorre (2015): “La utilización de las tecnologías en contextos educativos permite usar metodologías activas y diseñar actividades más creativas y desafiantes para los estudiantes. Puede ser un medio de distracción o un medio eficaz de aprendizaje. Todo depende de la finalidad para la que se utilice; esta finalidad la determina el docente, no el estudiante. Los maestros, en el aula, más que enseñar tecnología, deben ser capaces de trabajar con la tecnología”, resaltando la importancia de que el maestro debe estar preparado para asumir retos propios de los tiempos modernos, donde deben ser capaces de diseñar estrategias orientadas a los fines que quiere conseguir.